2016/07/01

Errefuxiatuei buruz: legebiltzar-taldeetatik ekarpenak / Sobre los refugiados: aportaciones desde los grupos parlamentarios [3] ¡Son personas!

Errefuxiatuak: gizakiak bai, ezkubiderik ez?

EHUko uda ikastaroa
2016ko uztailaren 4 eta 5ean. Miramar Jauregian


Refugiados: ¿personas sin derechos?
Curso de verano de la UPV
4 y 5 de julio de 2016. Palacio Miramar
Donostia - San Sebastián



¡Son personas!


El problema desencadenado por la llamada “crisis de los refugiados” es el mayor problema humanitario, social, político y económico de la actualidad. El flujo migratorio de millones de personas desde lugares en conflicto en Oriente Próximo y África hacia la Unión Europea es el más importante desde que se creó la Convención de Ginebra en 1951, que pretendía dar solución humanitaria a los refugiados y desplazados por razones de conflicto.
Es un problema mundial, que afecta a más de sesenta millones de personas, que en el área que nos ocupa tiene una primera realidad en los países más cercanos a las zonas de conflicto como son Jordania, Líbano, Etiopía, Pakistán, Irán o Turquía, países que están acogiendo, en condiciones, generalmente infrahumanas, a una cantidad de personas refugiadas realmente desproporcionada en relación con sus poblaciones.

Para todas estas personas Europa es, o era, una esperanza en la búsqueda de una patria que les permita adquirir una ciudadanía y disfrutar de derechos y libertades. Alcanzar una dignidad que se les ha arrebatado en sus naciones de origen.
Sin embargo, tenemos que denunciar que la Unión Europea no ha estado a la altura de lo que se esperaba de un territorio, que se suponía defensor de los Derechos Humanos universales.
Es una realidad que Europa no se ha comportado según el imperativo moral de Kant, que dice “no hagamos a otros, lo que no querríamos que nos hicieran a nosotros”.

Sin embargo la opción de esta Europa de los “valores” ha sido la de quitarse presión y pactar con el gobierno de Turquía la creación de una especie de sala de espera permanente en su territorio, a cambio, por supuesto, de importantes cantidades económicas, que convertían a las personas en moneda de cambio en la transacción.

El vergonzoso convenio se firmó con un país que no es, precisamente, seguro en materia de respeto de los Derechos Humanos, de todos es sabido que en la Turquía de Erdogan se está operando una importante regresión en lo que a libertades públicas se refiere, las restricciones a la libertad de prensa o la creciente represión a los kurdos son buenas muestras de ello. Turquía se convierte en el gendarme de la puerta de Europa y por ese trabajo se le dan seis mil millones de euros y se reanudan las negociaciones de adhesión a la Unión Europea.

Pero, además, en Europa se ha producido una división radical entre los estados sobre cómo asumir el problema y está provocando el resurgir de posturas populistas y xenófobas como no se conocían desde antes de la Segunda Guerra Mundial. Son evidencias que están poniendo en peligro a la Unión Europea como proyecto de futuro. No se nos puede escapar la tensión en las elecciones en Austria o el “Brexit” del Reino
Unido y la influencia que en esos sucesos ha tenido la postura ante los refugiados y ante las migraciones en general.

Quiero apelar a la responsabilidad de todos los partidos políticos, pienso que éste es un asunto que debemos afrontarlo desde la unidad. Tenemos que salvaguardar a nuestras sociedades de la fractura y poner en valor el principio de solidaridad.

El valor humano de los refugiados y refugiadas no merece ser objeto de discusión política. Exige el respeto de todos los partidos y la necesidad de ponernos de acuerdo.

La humanidad debe replantearse radicalmente el modelo de convivencia que necesitamos para devolver la dignidad a millones de personas, debemos avanzar hacia un mundo que globalice las relaciones humanas, que permita espacios de convivencia que hoy no existen, que caigan los muros y se construyan puentes. Los inmigrantes, los refugiados son personas que merecen la oportunidad de conseguir una vida digna.

Necesitamos construir una sociedad mejor en la que todos ante situaciones como la de los refugiados o migrantes respondiéramos como aquél niño alemán que le preguntan a ver si en su escuela había extranjeros: “no, allí sólo hay niños”.

Antes que migrantes, refugiados, sirios, afganos, etíopes o de cualquier otro origen son personas y desde esa consideración empezaremos a abordar el problema desde el punto de vista humano.
Mikel Unzalu
Grupo Socialistas Vascos

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